Más de la mitad de su vida se la pasó construyendo en dos extremos del mundo. En Pekín (China) 18 años y medio y en Paracti, a 87 kilómetros al noreste de Cochabamba, apenas un año y medio.
Yag Penefei -Yang es su apellido y Penefei su nombre. “Por costumbre”, sugirió que escribamos primero su apellido. Él es uno de los centenares de obreros chinos que contratan las constructoras del Gigante Asiático para que ejecuten los proyectos que se adjudican en Bolivia.
Penefei, de 40 años de edad, mantiene un porte impecable, lo cual es poco común, considerando que trabaja en construcción. Cada pelo de su cabellera parece desafiar a las inclemencias del tiempo, pues ni las eventuales lluvias o el viento de la zona lo despeinan. Su uniforme de tela gruesa -parecida al jean- no tiene ni una mancha y sus botas de goma apenas están con rastros de la arena que hay en la zona de trabajo, por inmediaciones del río Paracti.
Sin duda, Penefei destaca entre el resto de sus compañeros asiáticos que ejecutan el proyecto hidroeléctrico San José, quizá porque jerárquicamente ocupa un cargo más alto que ellos.
Pero su cargo, que no es uno de los mejores, se lo ha ganado tras dedicarle más de dos décadas de su vida a la constructora china Sinohydro.
Mediante un intérprete, Penefei cuenta que trabajar en Bolivia no ha sido decisión suya, sino de la empresa constructora en la que trabaja desde que tenía 20 años de edad.
Recuerda que lo destinaron a él y sus compatriotas a Cochabamba en julio de la gestión pasada.
Desde entonces, su vida cambió no tan radicalmente, pues -aunque suene difícil de creer-, Penefei encontró muchas similitudes entre Paracti y su tierra natal Pekín.
COMIDA ESPECIAL Para empezar, Penefei desmintió que para un extranjero es difícil habituarse a las gastronomías foráneas.
Sabe de “parrilladitas”, frituras y demás. Aunque esos gustos se los da eventualmente, porque el trabajo no se lo permite.
Habitualmente come una carne a la plancha con algunas guarniciones, al igual que el resto de sus compañeros.
Dice que no añora mucho el menú de Pekín.
SU FAMILIA Lo que sí extraña sobremanera es a su familia. Al hablar de ellos baja la mirada y el tono elevado de voz, que caracteriza a casi todos los extranjeros, baja.
Detalló que está casado y tiene una hija de 15 años de edad. No fue fácil dejarlas, pero si no aceptaba el nuevo destino que le asignaron, le habría sido casi imposible conseguir una nueva fuente laboral en China.
Desde que llegó a Paracti, no hay día que no esté en contacto con su familia. Afortunadamente, en el campamento donde vive con el resto de sus compatriotas hay internet, así que chatea con su esposa y su hija a diario.
De cierto modo, ve conveniente que la norma de tener un solo hijo haya regido mientras él se encontraba en su país, porque si le habrían dado la posibilidad de tener dos hijos, quizá la separación habría sido más dura
VISITAS En el más de medio millar de días que está separado de su familia, solo en dos ocasiones pudo volver a verlos.
Una cuando él fue a Pekín y otra cuando su esposa llegó a Paracti.
ENTRETENIMIENTO Para no sumirse en la soledad, cada vez que puede Penefei dice que recorre lugares turísticos de Bolivia.
Cuenta que le gusta mucho el Salar de Uyuni y otros sitios de Cochabamba.
REMUNERACIÓN Penefei no quiso referirse a la remuneración que recibe por parte de la empresa constructora en la que trabaja, sin embargo afirma que el monto es superior al que ganaba en Pekín.
Recientemente, la Cámara de la Construcción Boliviana (Caboco) informó que la mano de obra china suele cobrar hasta 50 dólares mensuales, mientras que la boliviana cuesta tres veces más.
Penefei dice que le gusta Bolivia, pero no sabe cuánto tiempo más permanecerá en el territorio y está seguro de que quiere volver a su tierra natal.
Sus palabras parecieron conmover al resto de sus compatriotas que lo escuchaban con atención.
Obreros asiáticos tienen hasta 55 años
Algunos obreros que llegan desde el continente asiático para construir obras en Bolivia bordean la tercera edad.
Por ejemplo, en el proyecto hidroeléctrico San José, que se ejecuta en inmediaciones al río Paracti (a 87 kilómetros al noreste Cochabamba), hay obreros chinos de entre 22 a 55 años.
Es secreto a voces es que la remuneración que reciben es baja. Al ser consultados, ninguno de ellos quiso revelar cuánto gana.
El presidente de la Cámara Boliviana de la Construcción (Caboco) , Christian Eduardo, indicó que si las constructoras del Gigante Asiático contratan mano de obra china es por lo barata que sale.
Instó a que el Gobierno haga respetar la norma, que indica que por cada obrero extranjero, se contraten otros cinco bolivianos.
Con esta medida, parte del dinero que se invierte, circularía en el territorio nacional. Sin embargo, las consecuencias son varias, una de ellas la falta de afinidad entre los bolivianos y los chinos.
Prueba de ello es el reciente conflicto suscitado en una obra en el Chapare, donde trabajadores bolivianos desvariaron con los chinos. Todos trabajaban pa
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