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15 febrero 2017

Wálter vio la muerte de cerca y pide a la gente ser más solidaria

Wálter tiene 26 años y asegura que ha visto la muerte de cerca. Una descarga eléctrica y una caída desde una altura de seis metros casi le arrebatan la vida.

De contextura delgada y de aproximadamente 1.80 metros, Wálter rememora que la primera imagen que se le vino a la cabeza, cuando recibía la descarga eléctrica, fue la de su hija. Un segundo después pensó en su amigo que había muerto el año pasado.

P. ¿En qué circunstancias ocurrió el accidente?

R. Era un día normal de trabajo en la zona sur. Realizaba mis labores diarias, el tendido de cable para telefonía. Estaba en un poste, cerca de un transformador de media tensión. El accidente comenzó cuando solté un cable.

Como no había nadie, decidí bajarme. Me quité el cinturón de seguridad y, no recuerdo bien, pero empecé a sentir la descarga. No podía mover mis manos ni mi cuerpo. Sentía cómo la corriente pasaba y sonaba en mis oídos. Cómo mi pecho se iba calentando y mi corazón latía más rápido. Empezó a salir humo de mis axilas y mis hombros.

En ese momento, lo primero en lo que pensé fue en mi hija, luego en mi amigo que falleció electrocutado el año pasado, con el que trabajaba en otra empresa. Pensé que realmente él estaba ahí y que me dio un empujón. Percibí que se me nublaba la vista, todo se volvía negro. Perdí la conciencia.

Desperté en el suelo, con un golpe y un dolor en la espalda. Para mí era increíble estar ahí abajo. Me sentía destruido, no me podía mover. Me puse de costado y, finalmente, me boté de pecho porque me dolía la espalda. Vino un amigo y empezó a apagarme porque creo que me estaba quemando. Trajeron agua para echarme, los vecinos empezaron a salir, la gente se aglomeró, pero nadie hacía nada.

Permanecí ahí echado por mucho tiempo, la ambulancia no llegaba.

Un hombre pasó por el lugar, estaba ebrio y su intención era ayudar. Se acercaba, me hablaba y me distrajo un rato. Posteriormente, llegó una patrulla y nos dijo que la ambulancia se había equivocado de lugar y que recién llegaría.

Finalmente, apareció la ambulancia y sin ningún cuidado o delicadeza me agarraron, pidiéndole ayuda al borracho que estaba a mi lado para que ayude a alzarme.

Escuchaba que el transformador había explotado e hizo estragos en la zona. Había un negocio por ahí, salieron personas protestando porque sus equipos se habían quemado.

El viaje al hospital fue terrible. Llegamos a la Caja de la zona sur y mi compañero pedía a los de la ambulancia que me dejaran ahí, pero ellos como soldados entrenados decían: ya estamos llegando (hasta el Hospital Obrero N° 2).

P. ¿Qué lesiones tuviste?

R. Llegué al hospital con lesiones terribles. Tenía quemaduras de primer y segundo grado, una luxación en el tobillo, golpes en los codos y mucho dolor en las costillas. La piel, los brazos y el pecho eran los más dañados. Estaba inmóvil, sin poder caminar y con una sonda.

Pero el momento en el que llegué al hospital, la atención fue increíble. No me esperaba eso de la Caja. Tenía como 20 personas a mi alrededor, curándome. Me realizaron exámenes del corazón, me hicieron diálisis, me revisaron todo. Me embarraron con pomadas y me tomaron radiografías. Por último, me inyectaron calmantes para el dolor y aún así me seguí quejando.

P. ¿Durante qué tiempo estuviste internado?

R. En la Caja Nacional permanecí como una semana y tres días. Insistí al médico para que me dejara ir a mi casa, a las enfermeras para que me saquen la sonda. Me sentía enfermo, no me gusta el hospital.

P. ¿Quién cubrió los gastos médicos?

R. Los gastos médicos fueron cubiertos por el seguro médico. Pero ha sido mi familia la que se movió para realizar todos los papeleos. Lo malo es que en todos los trabajos te dicen que ni bien entras ya te aseguran, pero no fue lo que pasó acá.

Generalmente tres meses son de prueba para que te aseguren. Creo que eso se ha vuelto una tradición, pese a que legalmente no existe para las leyes laborales. Hay tantas injusticias, las dejas pasar y dices no importa, necesito trabajo y lo dejas pasar.

Yo buscaba empleo con seguro porque mi novia está esperando familia. Unos días antes del accidente, ella se puso mal. Sufrió un desprendimiento y estaba delicada y no tenía seguro. Tuvo que moverse para los papeleos del seguro, pese a que recién se estaba recuperando.

P. ¿Te pagó la empresa el sueldo durante el tiempo que duró la baja médica?

R. Sí, pero lo gracioso es que a mí me pagan un sueldo que no me corresponde, de una persona que no hace trabajos en las alturas. Pero, desde el primer día que ingresé a trabajar me subí a los postes como un oficial, no como auxiliar.

Entré a trabajar y de entrada me dieron mi cinturón, escalera y herramientas. Creí que la primera semana me subirían el sueldo, pero no fue así. Por otro lado, ya me descontaban de mi sueldo el seguro y mis AFP, aunque aún no estaba asegurado.

P. ¿A qué atribuyes el accidente?

R. Ha sido un conjunto de cosas. Todos influimos en eso. No hubo un culpable, ha sido un gaje del oficio.

P. ¿Qué aprendiste de lo sucedido? ¿Qué recomendación darías a tus compañeros?

R. Lo he tomado como un último día. Ese día podía haber sido el último. Mañana también podría serlo. En cierto modo he agradecido mucho el estar ahí. El hecho de ver a mi familia fue un golpe duro. Todos se asustaron. Mi familia se sintió muy afectada al verme en ese estado.

Agradezco en la noche y en la mañana. Me despierto y respiro profundo por ese sentimiento de sentirme vivo. Respiro y me duele el pecho, recuerdo y digo gracias, estoy aquí, me puedo mover.

No fue un accidente suave, podía haber tenido peores complicaciones, fracturas, romperme la cabeza, el cuello, el brazo. Fue suerte, mi madre es muy religiosa, mi familia también.

Lo que aprendí de todo esto es agradecer siempre a todas las personas, no dejar discusiones en casa, amigos colgados, favores que puedes hacer y no los haces, creo que ese es el objetivo de estar en sociedad, de vivir en comunidades, estar unidos, trabajar y estar comunicados. Cosa que no ha pasado cuando yo estaba ahí, tirado en el suelo y nadie hizo nada.

Alí también sufrió una descarga

Tiene 24 años y trabaja en la misma empresa de Wálter. Alí sufrió también un accidente laboral.

Había subido a un poste y, por accidente, agarró un cable con energía eléctrica. “Sentí el sonido ensordecedor de la corriente en mis oídos. Mi corazón palpitaba a mil por hora y me quedaba, rápidamente, sin aire en los pulmones”.

Relata que finalmente la vista se le nubló y se desvaneció. Por fortuna estaba asegurado al poste con el cinturón y no cayó al suelo, pero sí se golpeó muy fuerte en la pierna.

En el lugar del golpe tiene una cicatriz grande.

Cuando despertó, bajó rápidamente por la escalera y lo primero que hizo fue respirar poco a poco porque le dolía mucho todo el cuerpo.

A diferencia de su compañero, él no sufrió quemaduras o golpes fuertes en la espalda o en las costillas.

No obstante, le tomó una semana recuperarse totalmente, porque sentía dolor en el pecho y en la espalda.


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